miércoles, 11 de abril de 2007

ARTICULO EN EL DIARIO EL RANCAGUINO 11-ABRIL-2007

Chile: una Democracia Oxidada en dos actos.
Por Edison Ortiz G.
Comisión Política PS.
Cuando se supo quien era el probable joven que agredió a la jueza Chevesic, inmediatamente surgió la pregunta sobre “quién era el bárbaro que se atrevió a realizar aquel atentado”. Supimos, vía medios de comunicación, que el chico se llamaba Jorge Lizama. La prensa y el poder, como diría Michel Foucault, inmediatamente lo patologizaron, en su versión de “individuo peligroso”, o como “anormal”. Supimos entonces que el chico “osaba” no hablar con los medios, ¡¡¡Qué derecho tenía para no hablar con la prensa!!! , se preguntaban algunos periódicos; enseguida supimos que no comía carne, que era “vegano”, aún más raro, inferían los periodistas sobre las costumbres culinarias del muchacho. Posteriormente supimos que era hijo de padres separados. ¡¡Ah!!, nos decían los medios. Hete allí la explicación al origen de “este joven problema”: no tuvo una infancia feliz, pues no se crió con sus dos padres. Son muchos los infelices entonces. Como corolario de esta deducción de la prensa, apareció su madre, ratificando aquello: que era la culpable del “niño problema”. El círculo se había cerrado sobre Jorge que, además, como en la historia de un caso judicial, no se “defiende públicamente”. Y seguramente, por la pelotudez que cometió, y por la necesidad del Ministerio del Interior de encontrar un “culpable”, “un “ejemplo de escarnio”, que mostrar a una opinión pública, cada vez dudosa sobre el control de la delincuencia y su seguridad pública, pagará los “platos rotos” de este Chile injusto y desigual. Por ello, se respiró con alivio, cuando apareció este anarquista, para la tranquilidad de los políticos, del subsecretario, de los mandatarios públicos, y por supuesto de la prensa, y de nuestra propia conciencia: había un culpable. Por cierto, nadie se preguntó sobre el tipo y la calidad de la educación que les estamos dando a esos chicos, ni por este país injusto, que posibilita que la riqueza se siga concentrando, que no da oportunidades a cientos de jóvenes que con títulos en la mano han dado origen a la primera generación en masa de “cesantes ilustrados” de Chile, porque no tienen un pituto en la administración pública donde, desde La Moneda, hasta el municipio más rasca, se repiten los mismos apellidos de ministros, parlamentarios, intendentes, gobernadores, alcaldes y otros funcionarios. Baste revisar, sólo en nuestra región y verán que en los servicios públicos, al que no escapa el municipio de Rancagua, pululan, esos apellidos conocidos ya casi, desde siempre.
El mismo día en que se conocía el nombre de Jorge, asumía como Ministro de la Segpres, José Antonio Viera Gallo. La pompa, de su ascenso, estuvo a la altura de su apellido. Lo llamaron incluso “primer Ministro”. Su nombramiento fue celebrado por todos, incluso por el propio Opus Dei. Su primer acto público, fue recibir al jefe de la Oposición: Sebastián Piñera, que a la vez es primo, del senador Andrés Chadwick, que a su vez es el hermano de la señora del Ministro, la que a su vez, ocupa un alto cargo en nuestro gobierno. La elite, de izquierda a derecha, podía estar tranquila, uno de los suyos comenzaría a trabajar por la Pax Republicana. En pocos días se firmaba la modificación al Binominal, se consensuaba un nombre para Contralor, y habría mucho dinero más para Santiago, mientras las regiones seguían pauperizándose. Los vecinos que rodean La Moneda, podían estar tranquilos. El día 8, en una entrevista por TVN el Arzobispo de Santiago se congraciaba con Viera Gallo. Los pobres, los jóvenes desesperanzados, el espíritu de emprendimiento y las regiones, podían continuar su larga espera. En un día aparecían, nítidamente, los dos Chile.

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